Guardianes de tradición

En la antigua carretera Nacional 3, en el pueblo de Villarrubio, se encuentra este restaurante que lleva cuatro generaciones haciendo a los viajeros parar o incluso desviar su camino para probar sus increíbles judías con perdiz y sus chuletitas de cordero al sarmiento.La bisabuela de los actuales gerentes poseía una posada de carros que heredó una de sus hijas. Juliana, que así se llamaba, se casó con un Guardia Civil de Bilbao y convirtió la posada en el restaurante que hoy conocemos: El Vasco llamado así en honor a su marido.Se trata de un negocio dirigido de una manera muy especial, ya que la tercera generación, los hermanos Antonio y José Luís Flores, deciden llevarlo por turnos de un año. Esta alternancia de turnos en la gerencia ha permitido que los hijos de cada uno de ellos se ocupen de otros negocios como los caterings, el año que no están al cargo del restaurante. El Vasco también es conocido porque el célebre cantante Nino Bravo era un cliente habitual y amigo de la familia, con la mala fortuna de que el accidente de tráfico que acabó con su vida tuvo lugar en una curva cercana, cuando se dirigía a comer allí.Hoy, la cuarta generación, con tres y dos hermanos de cada una de las familias al frente del negocio y gracias también a empleados que les han visto crecer, consigue que El Vasco siga teniendo la fama que ha tenido siempre y que sea un referente de la gastronomía de esta zona de España.