Balandrau, infern glaçat
Documental (apto para todos los públicos)
La mañana del 30 de diciembre del año 2000, Josep Maria Vilà, un bioquímico de 27 años, enfila hacia la cima del Balandrau haciendo esquí de montaña con su novia y tres amigos. El Pirineo está lleno de excursionistas, esquiadores y alpinistas que quieren disfrutar de un día espléndido y de la abundante cantidad de nieve acumulada aquel final de año. Al mediodía, una repentina ráfaga de viento de más de 100 kilómetros por hora barre al grupo de Josep Maria y al resto de personas que hay en la montaña. Nadie espera una tormenta, las predicciones meteorológicas no lo anunciaban. Tumbados en el suelo, piensan que esa violencia no puede durar. Pero ese viento no tiene intención de detenerse y no lo hace en las doce horas siguientes. Además, cuando el viento comienza a arrastrar la nieve acumulada, se transforma en ventisca. La sensación térmica cae hasta los 30 grados bajo cero y todo el espacio queda teñido de un blanco impecable e inmerso en un ruido ensordecedor. Sin poder ver ni oír nada, los excursionistas se desorientan, mientras el viento y la nieve no paran de golpearlos violentamente. Se congelan y, si no hacen algo, pueden morir de hipotermia.
Compartir: