Mientras Álex se siente cada vez más culpable por haberse besado con Ulrike, Arturo ha decidido plantarse en Berlín para contarle que tiene una aventura con Manuela. Paralelamente, Lucas y Flor se dan cuenta de que desde que han llegado a la capital germana se han convertido en unos muermos. Para demostrarse a sí mismos que Alemania no les ha quitado el carácter latino, acaban haciendo el ridículo en una fiesta de Erasmus, en la que se presentan sin que nadie les haya invitado.