Los vecinos de la comunidad descubren que el negocio que Enrique proyecta es un bar. Cuando este les invite a la inauguración del local, la reacción de los vecinos es sumamente positiva, salvo la de los Recio, que deciden introducir droga en la fiesta de apertura del establecimiento con el fin de que Enrique sea detenido y el local, clausurado. Sergio, por su parte, cumple un sueño que tiene desde niño: la posesión de un inmenso Scalextric. Sin embargo, la consecución de este anhelo entraña cuantiosos problemas, ya que Joaquín acusa a su hermano de inmaduro. Además, el joven no encuentra el espacio necesario para instalarlo, por lo que pide permiso a Javi y Lola, sus vecinos de enfrente, para instalarlo en el rellano. Más tarde, tras aceptar la propuesta, el expresidente de la comunidad encuentra en el juego una adicción que pone en peligro su relación de pareja. Finalmente, la cena de parejas entre Amador y Maite y Javi y Lola en el ático B finaliza con el misterioso robo de un cuenco tibetano.